El 8 era antes como dos ceros rellenos, hasta que un día se hizo portero y ya os lo podéis imaginar: de pararse tantos goles tenía un agujero arriba y en el partido con el Barça le salió otro abajo. El pobre número se tuvo que jubilar porque si uno tiraba por arriba entraba en un agujero y si tiraba por abajo, también. El pobre, desesperado, no pudo hacer otra cosa.
Yo lo compadezco porque el agujero de arriba le dolería, pero con el de abajo...eso sería peor que cruzarse en un callejón oscuro con una panda de caníbales.
Mario Martín Martín (1º B)
votadme¡¡¡¡¡.PORFAVOR¡¡¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminaren fin, me voi a ver SLQH.
haber si sale el hombre que huele a vino
jejeje.
ResponderEliminarQué buena idea has tenido de pedir el voto en los comentarios de tu entrada. Muy bien; se abre la campaña electoral... ;D
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