Mi historia trata del número dos. Él siempre era el segundo en todo: siempre llegaba el segundo a clase, era el segundo en sentarse y siempre estaba deprimido. Pero un día se lo contó a su padre, el 22, que le dijo:
-Hijo, no estés triste, que el dos es el primer número par.
Samuel Montero Rodríguez (1º A)
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